A Bambú Centro se puede llegar atravesando el Barrio Chino hasta Zanja. Bajar por la calle Rayo hasta encontrar una puerta de madera con un cartel: “Bambú Centro”, que más abajo tiene otro un poco más grande con las actividades del mes, entre las que se pueden leer: taller para los niños, las últimas actividades del verano y “estamos en la Feria del Pabellón Cuba”. Pero también se puede entrar subiendo por Galiano hasta Zanja. Estar ahí en el vórtice de La Habana es parte imprescindible de lo que son.
Carlos Martínez Romero, director del Proyecto Bambú Centro, nos da la bienvenida a su taller, en un almacén viejo de Centro Habana, donde el bambú es un tronco inmenso que ocupa casi todo el espacio. Allí dentro el bambú brilla e ilumina. Asalta también el sonido incesante de las máquinas cortadoras que ensordece el rugir de la ciudad un lunes a las once de la mañana. Es fácil perderse entre los troncos, los ruidos, el polvo y la luz.
“Bambú Centro es un proyecto de artesanos, artistas y profesionales adjunto al Fondo de Bienes Culturales. Mi esposa, otros compañeros y yo nos agrupamos en este proyecto y ya, más allá de lo que pensamos al inicio, se ha convertido en un modo de vida. Tratamos de aglutinar alrededor de nosotros una actividad social desde el sentido del compromiso y la responsabilidad con los problemas sociales, y de la cuadra. Pero con una idea muy clara: si no logramos tener una actividad económica buena no podemos cumplir con lo que nos proponemos”, comenta a OnCuba Carlos Martínez.
Para Carlos y para Gisela Vilaboy, su esposa y artista plástica vinculada al proyecto, convertirse en cooperativa es el camino que han escogido para seguir desarrollándose desde la actividad económica y social. “Trabajamos bambú y fibras naturales: soga, malaguetas. Hacemos muebles, decoraciones de interiores, trabajamos las fibras textiles. De bambú hacemos casi todo”, asegura.
En el municipio de Centro Habana, luego de aprobado el decreto-ley sobre cooperativas en el sector urbano e industrial, se inició el establecimiento de nueve cooperativas –entre agromercados, empresas de servicios y demás proyectos presentados. Otras están todavía en proceso de aprobación. Bambú Centro es una de ellas. “Ahora somos una cooperativa en formación”, apunta su representante. “Nosotros fuimos los primeros en el Municipio Centro Habana que planteamos al gobierno hacer una cooperativa, y aún no hemos podido constituirnos”, añade.
Coinciden en que lo importante para poder ser cooperativa es fomentar una conciencia de lo que eso significa. Y que solo así podrán seguir desarrollándose con independencia y más allá de los cambios. Creen en los beneficios de una nueva organización colectiva del trabajo. Pero también pueden ver que las transformaciones no se pueden dar solo de hechos, sino de cambiar la forma en que “miramos y sentimos para poder, entonces, hacer lo nuevo”.
Según Carlos Martínez, “en la Cuba de hoy una cooperativa yo creo que es un intento de un grupo de personas de hacer una actividad productiva con reconocimiento desde el punto de vista legal. Hoy tenemos una situación con el cooperativismo muy compleja. Tenemos una ley provisional, tenemos una voluntad por el Estado, son una alternativa para fortalecer el socialismo; pero no tenemos cooperativas. El cooperativismo en Cuba hoy es todavía un sueño”.
Para Carlos se trata también de enfrentarse a las lógicas del mercado que atentan contra las producciones artesanales. Un peligro real para la Cuba futura. Por eso cree en el cooperativismo como herramienta para fortalecerse con otros. Para enfrentarse al capital con las ideas que se transforman en capitales.
“Quizás los que sienten el cooperativismo hoy en Cuba están en mejor posición de asumir los retos de la economía. Porque mañana el capital extranjero tendrá determinada preferencia dentro de la inversión en Cuba, y nosotros –los artesanos, los cooperativistas– tenemos que luchar, en definitiva, contra el producto ese que va a estar en el mercado. Nosotros hemos alcanzado buenos resultados en Bambú Centro y prácticamente el capital de trabajo que tenemos es un capital de bolsillo. Hemos tenido que desarrollar más al hombre y a la mujer que al capital. Por ese camino, entonces, nosotros vamos a llegar los primeros a tener un trabajador o una trabajadora nueva, distinta. Para nosotros, el cooperativismo es una posibilidad de subsistencia”, considera.
En Bambú Centro se valora mucho el trabajo con la comunidad, específicamente con los/as niños/as y las mujeres. “Estamos tratando que las mujeres de aquí del barrio se vinculen al proyecto y que trabajen con nosotros”, cuenta Gisela. “”Porque así ellas al final de una producción se llevan a sus casas un mejor salario, resultado de su trabajo. Convertirnos en cooperativa es un camino que puede dar muy buenos frutos y que puede revertir en el Municipio y sobre todo para nosotras las mujeres que muchas veces estamos un poco aisladas. Yo como mujer me realizo en esto: haciendo un trabajo comunitario, artístico y cooperativo”.
Bambú Centro es hoy un proyecto de artesanos y artistas, es una cooperativa en formación. Desde este estatus miran lo económico y lo social con el ojo de la crítica. Esa que va de la mano con la práctica real, con “el compromiso social que tanta falta nos hace”. Porque es una forma honesta de hacer, de crear y de hacerse y crearse como ciudadanos de una Isla donde lo natural se convierte en arte, donde el bambú se transmuta en mueble, en búcaro, en jarra, en bolsa, en collar.
“Queremos convertir el 2015 en el primer año del proyecto donde participemos en todas las ferias nacionales e internacionales que se hagan en la Ciudad de La Habana: Arte para Mamá, Arte en La Rampa, Habanarte, FIART, la Feria del Libro, todas”, anuncia Carlos Martínez. “Tener más presencia en el mercado nacional, que ya lo estamos logrando. Seguir con las Peñas del Cooperativista que hacemos todos los meses aquí. Nosotros no somos perfectos, estamos en construcción. Además, tenemos esperanza: hacemos una actividad noble”.
Artículo publicado en OnCuba el 01/10/14.